sábado, 16 de marzo de 2019

Lo extraño que cayó del cielo (III)

Imagen tomada de https://www.extranotix.com/2016/07/familia-acosada-por-los-hombres-de-negro.html?m=0




Al día siguiente Jack Murphy preparaba su reportaje, pero sus evidencias, que eran fotos, aún no habían sido reveladas. Decidió primero decir en la emisora que lo que se estrelló detrás de la colina no fue un satélite soviético sino una nave espacial nunca antes vista. En ese pueblo habitaban más de 2500 personas y casi todas escuchaban la radio esa mañana. Después de reveladas las fotografías, escribió un artículo para intentar publicarlo en el New York Times; sin embargo, a las 14h30 pm, dos hombres se presentaron como agentes del gobierno, estos vestían trajes, corbatas y sombreros de negro, su piel era de un pálido enfermizo, pero sus labios estaban rojos brillantes, los ojos eran enormes y sin cejas.
–Buenas tardes ¿usted es el señor Jack Murphy? –Le preguntó uno de ellos.
–Sí, con el mismo, qué se les ofrece. –Preguntó el periodista.
–Trabajamos para el Servicio Secreto y nos han informado que usted tiene fotografías y un artículo escrito que demuestra la existencia de una supuesta nave espacial, y necesitamos comprobarlo.
Jack se quedó en silencio por varios segundos, no sabía qué contestar, se sentía confundido, pero como era real lo que vio y tenía pruebas respondió con un sí determinante. Luego le pidieron que enseñase las fotos y conversaron del asunto.
–Cómo ustedes saben todo esto, si nadie se dio cuenta cuando usé mi cámara y peor que había escrito un artículo del asunto. ¿Quiénes son? –Terminó preguntando Jack.
–Eso no importa, ya le dijimos que trabajamos para el gobierno. Ahora necesitamos que nos entregue las fotos y el artículo escrito. No quisiéramos usar la fuerza, si se niega.  
Después de la amenaza, no tuvo otra opción que entregar lo que le pedían. Cuando uno de ellos tomó las fotos las rompió al instante, mientras el otro se guardó el artículo en su traje y lo volvió a amenazar:
–Señor Murphy, sabemos toda su vida, conocemos a su esposa y tenemos conocimiento de donde estudia su hijo. –Cuando el periodista escuchó todo lo que le decían, se puso incómodo y ansioso.
–Está bien, ustedes ganan, no diré nada, tampoco volveré a mencionar algo sobre el tema, no toquen lo más valioso de mi vida, que es mi familia. –Dijo nervioso.
–Tranquilo ya no hay pruebas, solo diga en su emisora que hubo un error y lo que en realidad se revelaba en las fotos es un satélite soviético.
–No hay problema, así será. –Fueron las palabras de Jack. Ese mismo día dijo en la radio que pedía disculpas por asegurar sin pruebas que detrás de la colina se estrelló una nave espacial y que las fotos eran solo las tomas de un satélite soviético. Al regresar a su casa se sentía triste y deprimido, su mujer le tenía la cena lista como lo solía hacer, su hijo le conversaba sobre su próximo partido de béisbol, pero él no daba importancia.
–¿Qué te pasa? –Le preguntó la esposa.
–Tranquila que solo fue un mal día nada más. Fueron sus palabras.           

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