martes, 28 de mayo de 2019

Imposible arrepentirse (3, fin)

Imagen tomada de https://damarvik.blogspot.com/2016/05/azrael-archangel-of-death.html



Entonces, al abrir los ojos, me vio en forma de su mujer. Gritó y cayó de la cama. Cuando se trataba de levantar quise ayudarlo, pero su corazón no soportó el verme. Una vez muerto tomé mi apariencia normal.
–Bienvenido al mundo oscuro de la muerte, el lugar más tenebroso que acabas de elegir. Él seguía en shock mientras le hablaba, al parecer aún no asimilaba que había muerto.
–¿Dónde estoy? Estás en la frontera del infierno por haber matado a tu mujer sin tener pruebas de que de verdad te engañaba.
–Claro que sí, ella me engañó con otro tipo por eso la maté y no me arrepiento. Mi vida ya ha sido un infierno desde mi infancia, y lo mismo que le hizo mi cochina madre a mi papá me lo hicieron a mí.
Hablaba con mucho dolor y fue ahí que mis alas con decenas de ojos aparecieron para llevarlo al pasado y contemplara el error cometido. Le hice observar toda la vida de su mujer, sin encontrar nunca un engañó. Al ver esto empezó a llorar y pedir perdón, pero ya era tarde.
–Yo pensaba que ella me engañaba, no era mi culpa, dame otra oportunidad. Ya es tarde basura, mataste a tu mujer y vas a pagar por eso; no pensaste en tus hijos, ahora son huérfanos y te odiarán por haber matado lo más valioso de ellos, a pesar que tú también eras su tesoro. ¡Imbécil! Empiezas a cumplir la sentencia.
Nos encontrábamos en una laguna negra y pegajosa, de ella emergieron cabezas humanas con cinco brazos en forma de estrella, avanzaban girando sobre sí mismo como una rueda… Juan gritaba y trataba de correr, pero era imposible, estas deformes criaturas lo perseguían para destrozarlo, tragarlo y vomitarlo, así repetirían lo mismo, las cuantas veces que ellas quisieran.
Sombras en forma de monstruos emitían gritos escalofriantes acusando al culpable y reventándole los tímpanos; esto sí que era divertido, que los culpables paguen sus culpas y pecados, que los culpables sean castigados eternamente.
Llegando a las puertas del infierno, estas se abrieron y el guardián de ese lugar recibió a esta alma impura. Aquel demonio horroroso con cabeza de baca, cuerpo musculoso que en su espalda poseía plumas de pavo real y sus patas delgadas y largas se asemejaban a la de los búhos, arrojó al fuego a este pecador para que se quemase eternamente por haber matado a una mujer inocente.
Me monté en mi corcel de esqueleto para seguir cabalgando y castigando a todo ser o demonio que matara injustamente a personas vulnerables.

domingo, 26 de mayo de 2019

Imposible arrepentirse (2)

Imagen tomada de http://www.mujer.guru/2016/09/30/valora-el-amor-cuando-lo-tengas-no-cuando-lo-hayas-perdido/339174_183469848406396_178491402237574_407004_269947009_o1-976x816/


Juan no terminó la primaria y al conocerte a tus dieciséis años te escapaste con él porque te enamoró. Tuvieron dos hermosos hijos. No dejó su adicción, y todo empeoró cuando empezó a imaginarte con otros hombres.

Tu madre te aconsejaba que te apartes de él, pero no le hiciste caso. Siempre lo perdonabas por tus hijos, amaban a su padre. Cada vez era lo mismo y una noche llegó tan drogado a la casa que empezó a acusarte de que te habías acostado con alguien teniéndolo escondido en el ropero. Pedías a Dios todos los días que te cuide y a los tuyos. Sin embargo, ese día, antes de ir a dejar a tus hijos donde tu mamá le habías dicho a tu marido que al salirte el trabajo te irías con ellos a vivir aparte.

–Si te das cuenta maldita lo que vas a hacer… Te vas con mis hijos para que vean lo que haces con tu amante, zorra. Fueron sus palabras hirientes. –Tú me dejas y verás lo que te pasa. Después de esto se fue furioso a drogarse.

Ya no lo amabas, le tenías miedo. Jamás imaginaste que después de haber dejado a los niños con tu mamá. Tu esposo te seguiría porque tenía la sospecha que existía otro y por eso lo dejabas. Te sorprendió por la espalda, sacó de su pantaloneta un cuchillo y te degolló. Tus nervios actuaron de inmediato y subiste al bus que paraba en ese momento, para evitar que te mate. La gente gritaba y corría al ver como la sangre salía de tu cuello, la debilidad dominó tus últimas fuerzas y caíste al piso del colectivo; al ver que aún no morías te apuñaló en el estómago dos veces, y luego también se cortó el cuello, desangrándose y cayendo sobre tus piernas.

Moriste al instante, pero el maldito sigue con vida en el hospital de El Carmen.

–Qué pasará con mis hijos, nunca descansaré en paz por aquello, no se pueden quedar con ese tipo, les puede hacer algo. ¡Sálvalos!

Tranquilízate, por eso he venido porque soy el defensor de los justos. Por ellos no te preocupes, se criarán con tu mamá, no volverán a ver a su padre porque este morirá.

Verónica quedó tranquila cuando le dije que sus hijos vivirían con su madre y jamás iban a ver a su progenitor porque debía pagar su castigo. Después de cumplir con mi misión de ser el Ángel de la transición me convertí en la muerte…Mi fiesta empezaba. Tomé la apariencia de la mujer asesinada con el cuello cortado y dos puñaladas en el estómago; estaba toda ensangrentada esperando que Juan despertase.

viernes, 24 de mayo de 2019

Imposible arrepentirse (1)

Imagen tomada de https://cadenaser.com/ser/2015/04/02/sociedad/1427985448_249573.html


Escuché una voz suplicante. Un alma aterrada necesitaba de mi ayuda; al encontrarla me di cuenta que se trataba de una mujer asesinada por su esposo.
Degollada y ensangrentada clamaba por salvación. –¡Oh Señor Jesucristo! ayúdame, no sé en qué sitio estoy, estoy bañada en sangre, no me acuerdo de nada, todo está oscuro. Dónde están mis hijos, solo quiero estar con ellos, ¡Quiero a mis hijos, Dios mío! ¿Qué está sucediendo? La mujer no dejaba de gritar, no sabía lo que pasaba, sus nervios estaban alterados porque aquel lugar lúgubre le provocaba terror.
Me presenté como el arcángel Azrael y ante sus ojos en vez de ver fealdad contempló beldad, sin embargo, su desesperación persistía:
–Ángel de luz ayúdame a encontrar a mis hijos, hazme regresar a mi hogar, debo de prepararles la merienda y hacerlos dormir temprano porque les toca la escuela. Entonces le contesté.
–Verónica Macías, madre de tres hijos menores de edad y esposa de Juan Cedeño; vengo a llevarte a un lugar en el que reposarás para siempre, el paraíso de los justos, el mismo reino de Dios. Tu marido te quitó la vida, dejándose llevar por los celos.
–No creí que llegara tan lejos. Solo recuerdo que después de ir a dejar a mis niños donde mi mamá, me encaminé hacia la parada de bus para ir hasta un almacén en el centro donde necesitaban una empleada doméstica. Cuando terminé de escuchar a Verónica le narré un poco de su historia:
Eres oriunda del cantón El Carmen, Ecuador; tus padres te criaron en un ambiente humilde y tranquilo, tu hermano mayor ayudaba a tu papá en la tienda de abarrotes que tenían cuando apenas eras una niña, mientras tu madre te cuidaba. En cambio, la niñez de tu marido Juan Cedeño fue infeliz; a veces no tenían ni qué comer, lo poco que ganaba su papá se lo gastaba en alcohol sin importarle que sus hijos se morían de hambre, y si su mujer le reclamaba la golpeaba. Juan le airaba todo lo que observaba, pero no podía defenderla por el mismo miedo que invadía su cuerpo, solo tenía ocho años. Su hermano menor estaba recién nacido, pero lloraba sin parar cuando sucedían todos estos acontecimientos.
Creció sin amor, con odio y rencor. Un día jugaba con su hermano pequeño mientras su madre conversaba con un vecino a quien le contaba todo su sufrimiento; de repente los vio entrar al cuarto y cerrar la puerta. Poco después al ver que su madre demoraba en salir pensó que el hombre que la acompañaba le estaba haciendo algo malo. Sin tocar la puerta entró y presenció un espectáculo que jamás se borraría de su mente. La mujer que admiraba y trataba de proteger del alcohólico de su padre en ese momento lo traicionaba con el vecino. Vio como aquel hombre estaba sobre ella desnudo. No pudo ver más aquel hecho bochornoso y salió corriendo de su pequeña casa llorando.
Un secreto que a nadie ha contado y que lo marcó. Lo pensaba a cada instante sin poder olvidarlo, y no quería ver a su madre, la aborrecía. Años después empezó a fumar base, para olvidarse del mal recuerdo. Fumaba todos los días, robando al que veía en su camino para saciar su deseo compulsivo de seguir drogándose. La ansiedad lo desesperaba, quería que el humo llegase hasta su cerebro y borrar cualquier recuerdo que lo atormentase.