jueves, 24 de enero de 2019

Presentación del libro “Leyendas de un fauno”


El viernes 1 de febrero, a partir de las 20h00, presento mi novela breve "Leyendas de un fauno", primera parte de una trilogía. La presentación será en La Caverna, un espacio clave para la literatura en Manta. Allí compartiré escenario con Sandra Chávez Montalván, quien analizará la obra y con Xavier García, artista responsable de la portada del libro y las ilustraciones que están en el interior.

Gracias a mi casa editorial por la gestión. Espero ver a todos mis amigos y amantes de la literatura.  


martes, 22 de enero de 2019

El demonio y la armadura blanca (parte final)



Los criados le contaron a Filadelfo que Celine no habló sobre los asesinatos cometidos por él, eso lo calmaría un poco y lo haría pensar. Entonces el demonio se le apareció.
–Gran rey de Arkana me tienes a tus órdenes, es hora que te deshagas de la iglesia, tan solo ponte la armadura blanca y usa mi siniestro poder.
–No más sacrificios, creo que ya fue suficiente. –Dijo el rey.
–¿Qué dices? –El demonio le pregunta
–Que se acabó, no volveré asesinar un niño más. Y la única manera para terminar con esta locura es entregar mi corona y confesar.
–Si haces eso arderás en el infierno, un pacto es sagrado y debes respetarlo.
–Soy el rey y he decidido no sacrificar a más niños, ni mucho menos usaré la armadura blanca. Regresarás al viejo y negro cofre donde estabas prisionero por siglos.
–Te arrepentirás si haces eso. Soy yo el que determina cuando morirás. No me desafíes.
–No temo a tus amenazas. Si sigo matando a niños es traicionar más a mi pueblo. –Fueron las palabras de Filadelfo que hablaba con tanta seguridad. 
Después de un largo rato de pensar y hablar con el demonio obligó a sus sirvientes que lo traicionasen yendo donde el papa Jonás IV y revelen la verdad y secretos de los asesinatos. Y sin pensarlo dos veces ellos obedecieron las órdenes del rey.
Al llegar a la iglesia la máxima autoridad y sus jueces, los sacerdotes llamaron a juicio a estos hombres que le habían servido a Filadelfo durante todo su reinado. Después de declarar todas las atrocidades que su amo les hacía a esos niños fueron sentenciados a una muerte lenta y dolorosa por cómplices. Los amarraron en los radios de ruedas de madera donde el verdugo empezaba a girarlas de una manera muy lenta para aplastarles las extremidades con un martillo de hierro hasta emputarlas, y luego quebrarle sus huesos; posterior a eso, el verdugo puso las ruedas lo más alto para que las aves de rapiña se alimenten. El pueblo ovacionaba lo que este hacía y gritaban >>justicia<<.
Filadelfo estaba esperando sentado en el trono hasta que lleguen por él, a lado suyo tenía el cofre negro encadenado donde yacía la armadura blanca y el demonio en ella.
El papa Jonás IV con voz autoritaria exigió que los guardias arrestaran al rey y lo lleven al calabozo, así azotarlo y después llevarlo al tribunal y sea juzgado. –¡Qué muera el rey! –Se escuchaba reiteradas veces. Ya nadie lo admiraba, lo repudiaban por haber matado a todos esos niños inocentes. Algunos deseaban que lo quemen en la hoguera, otros que tenga una muerte desgarradora. Y así fue, a pesar de haber confesado sus crímenes su muerte iba a ser cruel. Lo decapitaron con su misma espada.
Al morir Filadelfo, el papa antes de tomar la corona y elegir nuevo rey de Arkana ordenó a los soldados a que regresaran aquel cofre con la armadura blanca y el demonio encerrado al calabozo, advirtiendo que si otro rey o emperador la tomase sería ejecutado.  

domingo, 20 de enero de 2019

El demonio y la armadura blanca (parte 3)

Imagen tomada de http://www.irisdeasomo.com/2016/08/26/5-consejos-escribir-una-batalla-epica/



Antes de abrir la puerta del castillo y salir a recibir a sus oponentes les dijo a sus soldados que él los iba a enfrentar solo sin necesitar ayuda.  Ellos se quedaron sorprendidos y no les quedó de otra que obedecer, pero igual estaban armados esperando la orden de Filadelfo.
Con más de cinco mil hombres el ejército aliado se aproximaba cada vez más al reino de Arkana, pero de repente Filadelfo con una velocidad increíble corrió hacia ellos. Mientras lo hacía la voz le hablaba:
–Rey de arcana usa mis poderes en este instante. Invoca a las tinieblas que llegarán a tus pies. –Y así lo hizo.
El cielo oscurecía y los truenos y tormentas imperaban. Un viento torrencial en forma de un huracán negro devastaba a cientos de soldados. El guerrero de armadura blanca con su espada desenvainada degollaba a más de cinco o siete hombres por segundos; sus ataques eran fulminantes.
Al derrotar a todas las tropas su pueblo lo elogió y ningún enemigo volvió a atacar, mientras él, conquistaba tierras ajenas y robaba los tesoros de los reinos ya caídos como también asesinaba a los niños de los imperios que invadía. Pero el terror y pánico en Arkana iba a comenzar pronto. 
Un día el demonio le dijo a Filadelfo que deseaba las almas tiernas de su tierra, así le daría más poder. El rey estaba poseído por el demonio, que aceptó sin discutir en sacrificar vidas inocentes. No quería que lo descubrieran sino podían derrocarlo.
Reunió a sus sirvientes y a una criada para contarle sus planes maquiavélicos y ordenarles que hicieran con punto y detalle lo que él decía, y si alguien lo traicionaba terminaba en la hoguera. Entonces empezaron a visitar sus propiedades y al hacerlo Celine, la criada, persuadía a menores para llevarlos al suntuoso castillo de su amo. 
Los encerraba en una enorme habitación donde los desnudaba y encadenaba para cortarles la garganta y después la cabeza. A veces les cortaba las venas o los sometía a cualquier tipo de tortura y los dejaba morir desangrados, después hacía que sus sirvientes tomaran los cuerpos y los quemaran hasta hacerse cenizas, todo lo hacía por satisfacer al demonio que lo atormentaría sino obedeciera.    
Había desaparecido un gran número de niños y la iglesia se había preocupado por aquello y sospechaban del mismo rey por poseer aquel demonio y ser portador de aquella armadura maldita. Pero sin pruebas no podían sentenciarlo a muerte. Los sacerdotes ordenaron capturar a Celine porque un fiel de la iglesia la vio caminando varias veces con diferentes niños. La acusaron directamente de ser cómplice del rey y obligaron mediante tortura que confesara la verdad y diera detalles, pero no confesó nada. La quemaron en la hoguera.

jueves, 17 de enero de 2019

El demonio y la armadura blanca (parte 2)

Imagen tomada de http://todofondos.com/f/67051



Al coronarlo rey de Arkana ordenó a los guardias subir a su habitación el cofre donde estaba la poderosa armadura blanca.
–Por fin podré observarla, tocarla y no dudaré en usarla cuando amerite el caso. –Dijo Filadelfo.
Luego abrió el cofre y un humo negro emergía de la armadura de placas de acero blanco que sin darse cuenta el rey lo absorbió todo, sintiendo en su interior que una extraña sensación invadía su cuerpo; algo maligno habló desde lo más profundo de su alma.
–Nuevo rey de Arkana me has liberado de ese cofre que fue mi prisión por muchos siglos después de haber escapado del infierno protegiéndome de sus llamas con esta armadura que yo mismo la hice. No cualquiera se la ha puesto y los que intentaron hacerlo murieron o se volvieron locos como tu abuelo. En cambio, a ti te estuve observando desde tu niñez y juventud admirando tu fuerza y destreza. Tú eres el elegido, por el coraje y desprecio que siempre le tuviste a tu padre por no darte amor e importancia, simplemente eras su heredero al trono.
Filadelfo no podía hacer nada, era dominado por esa oscura presencia dentro de él. Esta no paraba de hablar.
–Debes saciar tu sed de matar, por eso te convertiré en el héroe de tu pueblo, serás intocable y tu fuerza incrementará con tus habilidades mientras tengas puesta la armadura. Todos elogiarán tu nombre y serás recordado por la historia. Quiero que sacrifiques almas inocentes. Mata sin descansar y los tesoros vendrán a ti. Dijo la voz. El rey no tuvo miedo, al contrario, esbozó una sonrisa maquiavélica y aceptó los acuerdos del pacto.
Después de un año su reino fue atacado por un poderoso ejército de guerreros aliados que querían apoderarse de las tierras arkanas. Fue un ataque sorpresivo, pero Filadelfo decidido no perdió tiempo hasta que se puso la armadura, colocándose las piezas en su cuerpo, y por último se puso en su cabeza el yelmo cuya visera larga tenía un aspecto demoniaco e imponente. El rey desenvainó su espada y esperó en los patios del castillo a que sus adversarios invadieran sus tierras.