miércoles, 12 de diciembre de 2018

El cazador nocturno (parte II)

Imagen tomada de https://www.freepik.es/fotos-premium/cielo-oscuro-nubes-negras-nubes-tormenta-dramaticas-antes-lluvia_1360986.htm



Dos

En 1950, en una ciudad pequeña, se descubrió el cadáver desnudo del niño Arthur Scott dentro de una caja de cartón envuelto en una manta color verde oliva, tenía siete años, y antes de ser estrangulado abusaron sexualmente de él. Nunca se supo quién fue o fueron los culpables. Hasta que el cazador nocturno apareció después de tres años a Jessica Brown de veintidós años; esta mujer drogadicta fue la madre del pequeño Arthur, la única culpable de su muerte: lo había cambiado por droga a un traficante que abusó del niño y después lo ahorcó con sus manos.

Jessica Brown el día que murió estaba tan drogada que tuvo una pesadilla con los ojos abiertos, pero con tanta heroína que se había inyectado su cuerpo se adormitó sin poder moverse. Frente de ella apareció un parásito en forma de una enorme, larga y delgada lombriz amarillenta y sebosa, empezando a arrastrarse hasta introducirse en su boca para salir por su oído derecho reventando su tímpano; pero aún no estaba muerta, su castigo empezaba. El bicho extraño se volvió a introducir en su boca para comerse todos sus intestinos y matarla de una manera despiadada.

–¡Sufre! –Exclamó una voz.

Los agentes policiales encontraron el cadáver en descomposición después de una semana ya que los vecinos no soportaban aquellos olores putrefactos que salían del cuartucho de Jessica. Sin embargo, el cazador no había terminado su trabajo ya que la madrugada del veinticuatro de abril apareció en un sueño del traficante de quien mató al niño.

La criatura extraterrestre se podía transformar de diferentes maneras, sin demostrar su verdadera apariencia así las almas de estos individuos nunca lo iban a reconocer. Y su víctima, el vendedor de drogas, dormía como si nada pasara hasta que soñó con el lugar de su muerte. Era un pantano lleno de árboles muertos de color gris, sus aguas verdes en forma de serpiente eran profundas y pegajosas. Las nubes negras invadían el ambiente gélido, que el asesino del pequeño Arthur temblaba. Confuso y aturdido él no sabía qué hacer, solo caminaba para encontrar la escapatoria del paisaje tétrico, pero lo que vio fue emerger de las aguas a un monstruo de aspecto humanoide de color azulado con manchas en el cuerpo, de piel escamosa y cabeza de lagarto, su espalda estaba llena de espinas. Se quedó estupefacto, no sabía si era sueño o realidad.

–¡Maldita sea! Dónde carajos estoy. –Fueron sus palabras.

–Te encuentras encerrado en tu propio sueño y aquí serás sentenciado por matar a Arthur Scott que tan solo tenía siete años. –Dijo el cazador.

Luego lo arrastró hasta el pantano sumergiéndolo para ahogarlo y después comérselo. Mientras tanto en la realidad el cuerpo del traficante de drogas estaba convulsionando, se ahogaba en el sueño, se ahogaba en la realidad. Tanto era la desesperación de querer vivir que sus ojos se abrieron, pero se ensangrentaron de inmediato, así como también empezaba a vomitar sangre por la nariz y boca.

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