lunes, 10 de diciembre de 2018

El cazador nocturno (parte I)

Imagen tomada de https://www.hoy.es/sociedad/201508/18/pesadilla-hija-sobre-hombre-20150818194318.html



Cuenta la leyenda que desde hace muchos años existía un monstruo que nadie había visto, a excepción de los malos. Quiero decir, de todo aquel que mataba a personas indefensas o inocentes, seres humanos pacíficos cuyos corazones no están llenos de envidia, maldad u odio. Ellos son vengados por el cazador nocturno… que mataba a los culpables a través de los sueños.

Uno
Uno de ellos fue José Rivero, un hombre de cuarenta y dos años de edad, quien dormía la noche del tres de abril de 1930 sin pensar que la justicia llegaría en ese momento por el asesinato sin resolver de la niña Mercedes Espinoza de siete años: violada y ultrajada en julio de 1926, pero no habían encontrado pruebas para juzgarlo y sentenciarlo. La había secuestrado con la táctica de regalarle dulces y engañarla diciéndole que sus padres le habían dicho que la recogiera de la escuela y la lleve a su casa. Pero el destino para Mercedes fue espantoso. Es por eso que la noche en que murió Rivero pasó lo siguiente: tuvo una pesadilla horrible. Soñaba que iba en busca de otra niña para hacerle lo mismo que le hizo a su primera víctima.
Caminaba por una vereda y sin darse cuenta llegó a una inmensa cueva llena de musgos, oscura y tenebrosa, se asustó y decidió regresarse por el mismo camino, pero la salida había desaparecido y la oscuridad gobernaba. Sin embargo, en ese instante apareció un monstruo que en vida real él ni nadie había visto. Su cabeza era la de un grillo y su cuerpo peludo estaba robusto, tenía largas y filosas garras, en vez de manos, con las que lo acuchilló por varias ocasiones.
–Todo es una pesadilla, ¡quiero despertar! –Gritó Rivero. 
Pero todo era real, su cuerpo sangraba y las sábanas blancas ya se habían teñido de color rojo. Trataba de moverse, pero fue en vano. José murió a las dos de la mañana de ese día.
Antes que el fiscal ordenase el levantamiento de cadáver se sorprendió porque este vivía solo y no existía indicio alguno de que la puerta haya sido forzada.
–¿Qué pasó en realidad? Será difícil descubrirlo. –Dijo el fiscal.

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