jueves, 17 de enero de 2019

El demonio y la armadura blanca (parte 2)

Imagen tomada de http://todofondos.com/f/67051



Al coronarlo rey de Arkana ordenó a los guardias subir a su habitación el cofre donde estaba la poderosa armadura blanca.
–Por fin podré observarla, tocarla y no dudaré en usarla cuando amerite el caso. –Dijo Filadelfo.
Luego abrió el cofre y un humo negro emergía de la armadura de placas de acero blanco que sin darse cuenta el rey lo absorbió todo, sintiendo en su interior que una extraña sensación invadía su cuerpo; algo maligno habló desde lo más profundo de su alma.
–Nuevo rey de Arkana me has liberado de ese cofre que fue mi prisión por muchos siglos después de haber escapado del infierno protegiéndome de sus llamas con esta armadura que yo mismo la hice. No cualquiera se la ha puesto y los que intentaron hacerlo murieron o se volvieron locos como tu abuelo. En cambio, a ti te estuve observando desde tu niñez y juventud admirando tu fuerza y destreza. Tú eres el elegido, por el coraje y desprecio que siempre le tuviste a tu padre por no darte amor e importancia, simplemente eras su heredero al trono.
Filadelfo no podía hacer nada, era dominado por esa oscura presencia dentro de él. Esta no paraba de hablar.
–Debes saciar tu sed de matar, por eso te convertiré en el héroe de tu pueblo, serás intocable y tu fuerza incrementará con tus habilidades mientras tengas puesta la armadura. Todos elogiarán tu nombre y serás recordado por la historia. Quiero que sacrifiques almas inocentes. Mata sin descansar y los tesoros vendrán a ti. Dijo la voz. El rey no tuvo miedo, al contrario, esbozó una sonrisa maquiavélica y aceptó los acuerdos del pacto.
Después de un año su reino fue atacado por un poderoso ejército de guerreros aliados que querían apoderarse de las tierras arkanas. Fue un ataque sorpresivo, pero Filadelfo decidido no perdió tiempo hasta que se puso la armadura, colocándose las piezas en su cuerpo, y por último se puso en su cabeza el yelmo cuya visera larga tenía un aspecto demoniaco e imponente. El rey desenvainó su espada y esperó en los patios del castillo a que sus adversarios invadieran sus tierras.

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