Imagen tomada de http://www.irisdeasomo.com/2016/08/26/5-consejos-escribir-una-batalla-epica/ |
Antes de abrir la puerta del castillo y
salir a recibir a sus oponentes les dijo a sus soldados que él los iba a
enfrentar solo sin necesitar ayuda.
Ellos se quedaron sorprendidos y no les quedó de otra que obedecer, pero
igual estaban armados esperando la orden de Filadelfo.
Con más de cinco mil hombres el
ejército aliado se aproximaba cada vez más al reino de Arkana, pero de repente
Filadelfo con una velocidad increíble corrió hacia ellos. Mientras lo hacía la
voz le hablaba:
–Rey de arcana usa mis poderes en este
instante. Invoca a las tinieblas que llegarán a tus pies. –Y así lo hizo.
El cielo oscurecía y los truenos y
tormentas imperaban. Un viento torrencial en forma de un huracán negro
devastaba a cientos de soldados. El guerrero de armadura blanca con su espada
desenvainada degollaba a más de cinco o siete hombres por segundos; sus ataques
eran fulminantes.
Al derrotar a todas las tropas su
pueblo lo elogió y ningún enemigo volvió a atacar, mientras él, conquistaba
tierras ajenas y robaba los tesoros de los reinos ya caídos como también
asesinaba a los niños de los imperios que invadía. Pero el terror y pánico en
Arkana iba a comenzar pronto.
Un día el demonio le dijo a Filadelfo
que deseaba las almas tiernas de su tierra, así le daría más poder. El rey
estaba poseído por el demonio, que aceptó sin discutir en sacrificar vidas
inocentes. No quería que lo descubrieran sino podían derrocarlo.
Reunió a sus sirvientes y a una criada
para contarle sus planes maquiavélicos y ordenarles que hicieran con punto y
detalle lo que él decía, y si alguien lo traicionaba terminaba en la hoguera.
Entonces empezaron a visitar sus propiedades y al hacerlo Celine, la criada,
persuadía a menores para llevarlos al suntuoso castillo de su amo.
Los encerraba en una enorme habitación
donde los desnudaba y encadenaba para cortarles la garganta y después la
cabeza. A veces les cortaba las venas o los sometía a cualquier tipo de tortura
y los dejaba morir desangrados, después hacía que sus sirvientes tomaran los
cuerpos y los quemaran hasta hacerse cenizas, todo lo hacía por satisfacer al
demonio que lo atormentaría sino obedeciera.
Había desaparecido un gran número de
niños y la iglesia se había preocupado por aquello y sospechaban del mismo rey
por poseer aquel demonio y ser portador de aquella armadura maldita. Pero sin
pruebas no podían sentenciarlo a muerte. Los sacerdotes ordenaron capturar a
Celine porque un fiel de la iglesia la vio caminando varias veces con
diferentes niños. La acusaron directamente de ser cómplice del rey y obligaron
mediante tortura que confesara la verdad y diera detalles, pero no confesó
nada. La quemaron en la hoguera.
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