El rey Filemón II gobernó las tierras
de Arkana desde 1410 en adelante, su reinado fue estricto y poderoso, nadie podía
derrocarlo y peor quitarle su corona. Se casó con la reina Felisa, pero ella no
podía tener hijos, así que en una noche de 1415 este se acostó con su sirvienta
dejándola embarazada y dando a luz ese mismo año un varón, al que llamaron Filadelfo.
Enterándose la reina de lo sucedido rechazó al hijo de su esposo y terminó con
una fuerte depresión que no pudo tolerarla, decidiendo cortarse las venas y así
poderse quitar ese gran dolor de encima.
Cuando Filadelfo tenía diez años su
padre lo envió a prepararse con su ejército donde aprendió a dominar y ser muy
ágil con la espada. Al cumplir los dieciocho años ya había leído toda la
biblioteca de su abuelo como también leyó una extraña carta donde le había
escrito a su hijo diciendo que por nada del mundo usara aquella armadura blanca
escondida en un enorme cofre que yacía en los calabozos del castillo, que ni
siquiera la tocase ya que era maldita por tener un enorme poder oscuro sin que
nadie logre dominarlo.
El príncipe le llamó mucho la atención
dicho manuscrito y sin pensarlo dos veces bajó a los calabozos ordenando a los
guardias que le permitieran ver el cofre que estaba en una de las celdas, pero
no se lo permitieron mientras no existiera una orden del rey o él llegase al
trono. Pasó el tiempo y Filadelfo tenía veinticinco años.
Un día acompañó a su padre de cacería, cuando
de repente un enorme jabalí con colmillos largos y gruesos que sobresalían de
su trompa lo muerde de gravedad y el príncipe se quedó contemplando como su
padre agonizaba, pero antes de morir el rey dijo.
–Hijo, estoy muriendo y tú serás el
próximo rey de Arkana, por lo que me debes de obedecer.
–No te preocupes padre, te obedeceré.
–Le respondió el príncipe a pesar que sus palabras no fueron sinceras.
–Por nada del mundo abras ese cofre y
uses la armadura que tu abuelo ganó en batalla contra el emperador de Iskra, un
imperio malvado y oscuro que hizo atrocidades. Es por eso que esa armadura está
poseída por un antiguo demonio que escapó del infierno y cumple deseos a cambio
de pactos. Mi padre terminó loco y suicidándose por tan solo haberla tocado.
Fueron las palabras del gran Filemón II
que en ese momento moría. A Filadelfo no le importó la muerte de su padre, al
contrario, la esperaba con ansias y paciencia, sin necesidad de asesinarlo para
así convertirse en rey y poder tomar la armadura blanca que por herencia le
pertenecía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario