viernes, 7 de junio de 2019

La masacre de los Lerman (3)

Imagen tomada de http://elespejogotico.blogspot.com/2009/11/la-tortura-por-la-esperanza-villiers-de.html



Todos estaban asustados porque jamás en su pueblo se había cometido esa clase de asesinato; tan cruel y despiadado. Mientras, mi sangre hervía como la lava de un volcán,  pero tenía que aparentar que estaba como las otras personas, sorprendido por este macabro hecho.
Junto con algunos habitantes del pueblo, nos fuimos hasta la granja, al llegar entramos en el granero y al inspeccionarlo nos encontramos con un macabro espectáculo: un charco de sangre coagulada donde yacían los cuerpos de Andreas, Zelinda, Anna y Cassilia; uno encima de otro, cubiertos de heno. La familia Lerman había sido brutalmente asesinada a golpes. Me afectaba ver muerta a Anna, por no haberla protegido; eso me llenó de rencor y venganza.
Los humanos son muy sentimentales, por eso me sentía deprimido por lo que le había sucedido a aquella mujer. No entendía por qué, así que decidí solucionar este problema de una vez por todas. Daría con el o los asesinos.
Salí del lugar y sin que nadie se diera cuenta me escondí entre los bosques esperando el anochecer para poder transformarme en lo que ya ansiaba ser: Azrael.
Las penumbras empezaban a reinar clamando e invocando mi nombre. – ¡Azrael! ¡Azrael! Príncipe de la oscuridad, se siente tu regreso, Arcángel de la justicia y protector de los muertos. Ven salva a los puros de corazón y castiga a los que cometieron horribles pecados.
Después de escuchar a las penumbras, de mi espalda salieron alas de plumas negras, rodeadas de muchos ojos que podían predecir el pasado y el futuro. Mi desagradable apariencia se cubría por una capucha y manto hecho por las tinieblas. Volaba lentamente hacia la granja de los Lerman para sentenciar el espíritu de Andreas y salvar las almas inocentes de Anna, Zelinda, Armin y Kasilia que estaban atrapadas aún en este mundo. Al llegar, le permití a ese pervertido sexual ver mi rostro horripilante cuya risa macabra le producía terror, eso me alegraba, que sufriera por ser inmoral y desleal a su hija.
 –Bienvenido Andreas Lerman al verdadero sufrimiento, soy la muerte, el que te llevará al infierno, pero antes, pasarás por una leve tortura junto a mí. Así que te llenabas de placer cuando abusabas de ella desde que tenía catorce años, atormentando sus sueños de ser una mujer pura y digna de honra. Eres el principal culpable de la muerte de Anna, una mujer que no merecía morir. Es por eso que toco tu alma para convertirla en carne y sufras el dolor que te ocasionarán mis garras.
Me arrepiento por todo lo que cometí cuando estaba vivo, de verdad cuanto lo siento, dame otra oportunidad, te lo suplico, por Dios.
 –No metas al Creador en nuestro asunto, ya no tienes perdón, tuviste la oportunidad cuando Anna te decía que la acompañes a la iglesia y te arrepintieras, te imploraba que ya no cometieras aquel adulterio, pero tus respuestas eran golpes y correazos.
Terminando de hablar lo agarré del cuello introduciendo mis garras por su garganta, despedazándola. Andreas sufría mi despiadado castigo, en cambio yo, lo estaba disfrutando. Sus pedazos se esparcían por todos lados, junto a su cabeza decapitada.

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