lunes, 3 de junio de 2019

La masacre de los Lerman (1)

Foto tomada dehttps://www.ibelieve.com/slideshows/6-easy-ways-to-help-the-lonely-church-goer.html


La siguiente historia sucedió en los bosques alpinos del Estado alemán. A un kilómetro de un pequeño pueblo estaba ubicada una granja habitada por una acomodada familia de cinco miembros. El hombre de la casa se llamaba Andreas Lerman de sesenta y tres años de edad, su esposa Zelinda y su hija Anna, una joven viuda que tenía dos hijos: Kasilia y Armin de siete y dos años de edad.
A pesar de la lejanía donde vivían eran bien conocidos en la zona, pero no tenían buena reputación a excepción de Anna que cantaba en el coro de la iglesia. Tenía buen carácter, muy sociable, una mujer cuyo espíritu era de agrado al Señor porque al cantar lo hacía con sentimientos los cuales fluían a través de su corazón. En cambio, el padre era una persona huraña y hostil que maltrataba a su esposa de forma regular. Este se había obsesionado y enamorado de su hija hasta el punto de prohibirle que volviera a contraer matrimonio.
Se especulaba que Andreas era el padre biológico y abuelo del pequeño Armin. Él la violaba desde los catorce años, aunque ella nunca dijo nada por miedo a que la golpeara o maltratara a sus hijos. Aquel secreto la perturbaba, pero prefería callar y refugiarse en la casa de Dios.
Siempre al verla la recibía con tanta alegría y amabilidad, ya que era el diácono de la iglesia a la que Anna asistía. Mi misión: salvarla de las relaciones incestuosas que mantenía con el depravado de Andreas. Ella era bonita y no merecía ser infeliz. Eso me daba ira y solo esperaba la orden del Creador para sentenciar al padre por ese delito.
Un día la noté muy asustada y un poco aturdida, le pregunté:
Anna ¿Qué le sucede?
No me pasa nada, todo está bien, gracias por preguntar.
No me convenció su respuesta y mis presentimientos no me engañaban. Algo estaba mal, me daba la impresión que la hija de Andreas estaba siendo perseguida, ¿la estaban pretendiendo? ¿La estaban atormentando?. No podía ver más allá de la realidad porque en ese momento sólo era un humano y Jehová no me había dado la orden para proceder con el castigo, es por eso que aún no podía convertirme en la muerte. Además, la actitud de Anna ya no era la misma hace semanas, a pesar de ser infeliz con su familia y soportar todo lo que le hacía su padre, era educada, tranquila y amable. Por eso sospechaba que otro individuo algo tramaba contra ella.
¡Qué impotencia! ¡Qué desesperación! No podía hacer nada, ni convertirme en el ángel de la muerte para descubrir de una vez si ella se encontraba en peligro. Pero después de una semana volvió a su estado normal y me saludó. Lo misterioso de esto es que sus nervios y pánico que mostraba días anteriores en su rostro habían desaparecido.
Señor Amadeus buenos días, me da alegría verlo, sobre todo fiel a su labor de recibir a las ovejas del Señor y darles la bendición antes de un culto. Estaba sorprendido, mis instintos no me fallaban, tal vez ese tipo se escondió para hacerle creer que había desaparecido. Así transcurrieron aproximadamente seis meses que el misterioso individuo ya no perseguía a Anna, eso la tenía tranquila y relajada.

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