jueves, 29 de marzo de 2018

El Limbo (parte VII)



Un farsante que merecía su castigo,
un demonio que debía ser encarcelado
en el Seol por las atrocidades que hizo.

Decidí cumplir lo que ÉL me había ordenado
para estar tranquilo y no ver más sacrificios
o presenciar cuerpos tiernos despedazados.

Debía matar a los fenicios
por rendirle culto a este dios enfermizo
y olvidarme de cualquier perjuicio.

¿Dónde estás Saturno?

Me convertí en espíritu para saber su ubicación.

Y al fin lo hallé,
comiéndose a un niño.

En ese momento la oscuridad reinó
y un poder siniestro de mi interior salió
convirtiéndome en un cazador:
una sombra en forma de bestia grotesca.

Toda mi piel era negra y escamosa
tenía cuatro brazos,
dos enormes y dos medianos;
mis manos eran garras largas
como cuchillos filosos.

Me acerqué y le dije:

–He esperado este momento
de volvernos a encontrar
Moloc Baal y puedas contemplar
mi verdadera apariencia
antes de ejecutarte–

Cuando le hablé, él me respondió.

–Azrael; el justiciero del Creador­­ –

Lo dijo irónicamente.

–Tu domino ha caído, como tu poder
también ha disminuido–

Fueron mis palabras.

–Ángel de la muerte, aunque me detengas
la humanidad jamás va a cambiar,
solo eres marioneta de Dios
como todos lo hemos sido.

No te das cuenta lo horrible que somos,
de la belleza nos convirtió en fealdad
por el único hecho de no servirle al hombre
y postrarse a sus pies, sin percatarse
el Gran Yo soy, que los humanos siempre
serán el error más grande que Él cometió.

Satanás se lo demostró cuando
los hizo caer en la desobediencia,
desde ahí fueron infieles y no leales.

Por eso debes entenderme
que si la humanidad se sigue procreando
el verbo se hará carne y ellos podrán
adquirir el perdón.

¿Y nosotros? Los caídos,
jamás nos perdonarán
por eso odio al ser humano,
es por eso que los he manipulado
para que me den de sacrificio a todos sus hijos;
si… Gozaba, me complacía cuando ardían
en las llamas de mi estómago.

O cuando me los comía en forma humana
incitándolos al canibalismo
por ser ingenuos y creer en dioses falsos.

Dios odia la desobediencia y esa es la debilidad
que usamos para destruir al hombre
y los desobedientes puedan sufrir
toda una eternidad –.

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