martes, 27 de marzo de 2018

El Limbo (parte VI)



Mientras tanto destruiré estos altares
y la muerte vendrá por ustedes
ya que son culpables
de estos aborrecibles pecados.

Al decir estas palabras
todos se atormentaban,
gritaban invocando a su divinidad,
clamaban hasta llorar,
pero nunca le pidieron
perdón a Jehová.

Entonces las paredes
de ese templo se partieron
y las estatuas de bronce
se destruyeron.

Al suceder esto
los israelitas a Canaan invadieron
para tomar posesión de su herencia
que el Creador le había prometido a Abraham.
La tierra de leche y miel.

Al terminar la guerra castigué
a todas las almas que en vida
sacrificaron a sus hijos recién nacidos.

Antes de llevarlas al infierno
les di un severo castigo,
atormentándolas
en la oscuridad y en el silencio
por lo que hicieron.

Pero aún no estaba tranquilo,
el principado era el culpable;
se había encarnado en Saturno,
un anciano con larga y espesa barba blanca
con una oz en la mano que le servía
para degollar a sus hijos al nacer
y devorarlos por completo.

Era poderoso, lo adoraban
como el dios de la agricultura,
nadie podía destronarlo.

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