Al terminar de
hablar Moloc Baal
le dije las
últimas palabras:
–Jamás van a
entender el amor,
la paz, la
fidelidad. Lamentablemente
fueron contagiados
por la misma maldad
que Lucifer
engendró siendo un ángel.
Y no era cualquier
ángel, era el más bello,
fue mi líder en el
coro de alabanzas;
esbelto, hermoso,
poderoso
y la mano derecha
del Creador,
pero se dejó
dominar de su orgullo
y narcisismo, para
después originar
la misma maldad
queriendo derrocar a Dios
del trono, traicionando
su confianza.
¿Para ti eso es
justicia?
te jactas de
hacerte la víctima
y eso no me
agrada, así que finalizo
esta farsante
charla–.
Logré lo que me
había propuesto, corté en pedazos
al principado para
después arrojarlo
al lago de fuego,
el Seol: la misma prisión.
He cumplido con mi
misión,
el cual me siento
tranquilo
ya que todas estas
almas dulces,
inocentes de
cometer pecados
disfrutarán de una
plena libertad
en el Limbo, ahí
brillarán
y serán luz en
plena penumbra.
Al
terminar de leer el manuscrito
el
anciano seguía bogando
en
dirección hacia el infinito,
mientras
yo no dejaba de contemplar
aquel
hermoso paraíso,
el
cual le daba brillo a la oscuridad.
Las
luciérnagas divinas
disfrutaban
de paz y libertad,
gozaban
en el jardín de la eternidad
rodeada
de rosas blancas, flores amarillas,
claveles
azules y tulipanes rojos.
Pero
de pronto en el cielo
un
enorme hoyo blanco
en
forma de remolino se originó,
mostrándome
la salida del limbo
para
dirigirme a otro destino.
El
viejo bote se detuvo, me levanté y floté,
al
hacerlo empecé a volar sin necesidad
de
tener alas, ya que poseía dicha habilidad.
Al
llegar hasta el agujero
desaparecí
sin dejar rastro
para
seguir cumpliendo con los designios
de
aquel que está en todos lados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario