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En
el planeta Maledictus,
donde
el mundo era ininteligible,
donde
el frío expandía su furia
y
las bestias eran indestructibles,
vivía
un ser invencible.
Un
ermitaño,
quien
domaba a las criaturas salvajes,
un
ser obsesionado a la caza,
único
en su raza.
Hoy
este circo itinerante
tiene
el honor en presentarles a Efferus,
el
domador de animales infernales.
Pues
nadie sabe cómo lo hace,
parece
que nació con este arte,
sus
actuaciones son fenomenales.
–Buenas
noches público encantador
es
un honor estar con ustedes,
y
demostrarles que el peligro
puede
ser nuestro amigo
y
fiel confidente.
En
mi mundo el sol no ilumina,
la
luna es una doncella errante
que
observa a las bestias
devorarse
entre ellas
para
saciar el hambre.
No
existe la armonía,
ni
la felicidad,
solo
impera el odio y la oscuridad.
Brujas
arpías voladoras
cuyas
alas de vampiro
se
extienden con libertad,
pues
vuelan en la nebulosidad
alistando
sus filosos colmillos
para
poderse alimentar.
La
metamorfosis en los anfibios
se
adulteraba a causa
de
una atmosfera no común ni ordinaria.
Habitaban
abejas con cabezas humanas,
inmensos
grillos con patas de ranas,
pulgas
desmesuradas,
escorpiones
en forma de arañas,
serpientes
con cuerpos de salamandras.
Provengo
del cosmos y la noche,
mi
evolución surgió a través de los asteroides
cuyas fuerzas nucleares invadían mi cuerpo
que
al caminar por este suelo
las
semillas germinaban con éxito.
Al
presenciar todas estas bestias desagradables
me
di cuenta de algo importante;
adiestrarlas
para que sean pacíficas
y
no se destruyan o eliminen entre ellas,
por
eso hoy les tengo una sorpresa–.
Es
insólito lo que estamos viendo,
algo
anómalo para nuestros ojos
estupendo,
perfecto. Efferus es muy diestro.
Ovaciones del
público…
Observen
damas y caballeros,
como
este foráneo usa su mano derecha
para
traer al escenario a un abracadabrante mutante,
manipulándolo
a través de un círculo luminoso
de
color azul que porta en la palma de la mano
en
forma de triángulo.
¡Que
monstruosidad! Es un ciempiés colosal.
Todos
se asombran.
Sus
patas son las de una hormiga gigante,
inmensas
espinas cubren su tronco
y
la cabeza es la de una mosca;
esto
no se ve en todas partes.
Efferus
con su misma mano
a
esta criatura la seguía controlando;
le
transmitía paz y tranquilidad,
segura
de ella misma
hacía
lo que su amo le decía.
Se
paraba, flotaba, volaba
y
paseaba por encima de las cabezas
de
los espectadores que estaban anonadados.
¡Qué
espectáculo!, él fue Efferus,
el
personaje blanco.
Gracias.
Aplausos del
público.
(Tomado de El origen del mal y otros poemas, 2017)
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