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Un camino triste y nubloso en forma de serpiente,
espinoso y pedregoso,
me guía a un profundo abismo...
Ahí, en la nada y a oscuras, me siento confundido,
perdido en mí mismo.
Mundo extraño,
destruido por tres letales enemigos,
villanos de terror:
resentimiento, odio y rencor.
Junto a la oscuridad observo
mi propio desastre,
errores garrafales que me atormentan.
Me desvelo y los delirios incrementan...
Mis oponentes no descansan,
dentro de mi conciencia hablan:
—Tus tristezas se encienden cada vez que las
recuerdas,
remordiendo tu espíritu—me dice el
resentimiento.
—Enfrentando a mis temores
y aprendiendo a levantarme por cada derrota
me doy cuenta que así es como me acerco a la victoria.
—Le respondo,
mirando a su horripilante rostro.
Gusanos cremosos y rojos
cubriendo un rostro,
su cuerpo de piel escamosa y negra.
No paro de caminar...
Aquel lugar, donde la maleza amarillenta y verdosa
cubre toda esta tierra,
donde el color púrpura brilla con intensidad.
Un humo gris aparece y en forma de rostro se
presenta:
—Soy el odio
que vive arraigado en tu alma
por todas
las injusticias que suceden en la realidad.
Tú mismo me
has creado con tu amargura y rencor,
con tu
coraje y desesperación.
Me siento
atemorizado, sin poder escapar.
Enfrentarme
conmigo mismo
eliminar al
monstruo de mis penurias
para que me
deje de atormentar.
—Si la vida
no fuera injusta, no fuera vida... Así de sencillo.
Existen
muchas adversidades que se convierten en estorbos y obstáculos para que no
brille la perla que llevas dentro. Enfrentarlas y derrotarlas es mi objetivo.
¿Acabó el
tormento?
No lo sé
Tal vez solo
duerme
y despierte
en tiempos decadentes.